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Viceministro de la Creatividad y la Economia Naranja habla sobre la cultura en Colombia

26 de octubre de 2019

Felipe Buitrago es el viceministro de la Economía Naranja. Economista de la Universidad de los Andes, tiene una maestría en Política pública internacional de Johns Hopkins-SAIS. Igualmente, es coautor de los libros 'La Economía Naranja' y 'The no Collar Economy'.



Asumió el cargo en septiembre pasado y el 7 de agosto del 2018 se posesionó como consejero presidencial para asuntos económicos y estratégicos. Buitrago habló sobre las ventajas que tiene para el país la economía naranja desde la cultura.

¿Cuáles son los avances que ve en la economía naranja en el país?

Lo más importante a destacar es que es una plataforma de oportunidades para potenciar el desarrollo social y económico. Gracias a esta hemos logrado poner en el centro de la agenda nacional a la cultura y la creatividad como promotores de un crecimiento sostenible, mientras que, al mismo tiempo, fortalecemos nuestra identidad, el patrimonio y el arte como elementos que ayuden a mejorar la calidad de vida de los colombianos.

¿De qué manera se ha cohesionado este proyecto dentro de la política nacional?

Ya contamos con el Consejo Nacional de economía naranja, presidido por el Ministerio de Cultura. Lo conforman, además, otros seis ministerios y cinco entidades gubernamentales.

A la fecha, 25 agencias del Gobierno se han articulado para fortalecer la cultura y la creatividad; 21 de estas ejecutan cerca de 70 programas y 819 mil millones de pesos de inversión directa. Todo lo anterior ha sido respaldado bajo el sello ‘Crea Colombia’, que funciona hoy como la marca de origen distintiva de la creatividad y el talento nuestro ante el mundo.

Hábleme de estos logros.

Por ejemplo, El Sena y Artesanías de Colombia han formado 1.246.874 personas en oficios y programas técnicos, tecnológicos y artesanales de la economía naranja; mientras el Fondo Nacional de Garantías ha respaldado 16.122 créditos, con desembolsos por más de 970.000 millones de pesos entre agosto de 2018 y junio de 2019.

Entre otros, Bancóldex registra más de 1 billón de pesos en desembolsos y se incluyó en la Ley del Plan (1955 de 2019) el más ambicioso paquete de incentivos fiscales para la promoción de la economía naranja, que incluyen obras por impuestos para infraestructura cultural y deducción del 165 por ciento para inversiones y donaciones en proyectos.

Adicionalmente, la Ley de financiamiento oficializó la exención de renta por siete años para las empresas existentes y aquellas que sean creadas antes del 31 de diciembre de 2021, cuyo objeto social se enmarque en las industrias creativas y de base tecnológica, y que tengan ingresos brutos anuales inferiores a 80 mil UVT (unos 2.700 millones de pesos en 2019).

Y hay más: en tiempo récord se han instalado 23 nodos departamentales de economía naranja, que han contado con la participación de 250 entidades públicas y privadas; para facilitar la gobernanza y la articulación en los territorios.

De lo que ya se ha hecho (proyectos como Delirio, El Colegio del Cuerpo, los concursos de música andina, festivales como el Petronio Álvarez y la experiencia de Artesanías de Colombia), ¿qué se ha tomado para fortalecer la política de la economía naranja de este Gobierno?

Este programa da continuidad a más de 25 años de instrumentos de regulación y políticas de apoyo a la cultura, planteadas desde la Constitución de 1991.

La intensión es rescatar lo anterior para darle un nuevo marco de significación y fortalecimiento, con una visión de largo plazo que se arraiga en la necesaria relación entre el fomento cultural y el desarrollo sostenible.

Muchos de los procesos que se han venido dando en el país desde hace décadas se habían enfocado en el primer eslabón de la cadena de valor, en procesos como la creación o la producción.

Luego de un tiempo, estas organizaciones alcanzan un punto de mayor madurez, en el que muchas comienzan a requerir acompañamiento para dirigirse a un estadio posterior, en este punto debemos poner foco también en el fortalecimiento organizacional y la sostenibilidad de los procesos.

¿Cómo las organizan?

Esta política ha permitido reconocer que existen varios modelos de gestión y que cada uno define el nivel de acompañamiento que requiere, bien sea para un proyecto comunitario o uno sin ánimo de lucro, o si se trata de emprendedores emergentes, consolidados o grandes nombres de la industria.

También, es muy diferente la manera en que suceden en cada uno de los rincones del territorio, no es lo mismo lo que pasa en San Andrés, en Pasto o en el Eje Cafetero. Por esa razón la política ha planteado su desarrollo de manera diferencial, entendiendo que hay unas vocaciones territoriales y hay una agenda de trabajo desde las regiones, junto a la institucionalidad pública y privada, para fortalecer los ecosistemas locales.

Hay una parte importante en esta economía y es lo patrimonial, lo intangible y oral, ¿cómo se proyecta y ratificar su cuidado?

La economía naranja se fundamenta en la diversidad cultural y ésta, a su vez, depende de nuestro compromiso con la protección y la promoción del patrimonio material e inmaterial.

Cuando se analizan los modelos de gestión de la cultura y la creatividad en el país, es claro que hay unos más cercanos a las lógicas de mercado y otros que no encajan, así que sería imposible apostarle a esto exclusivamente desde lo económico. Lo que buscamos es procurar por una sostenibilidad integral, que tenga en cuenta la dimensión social, cultural y ambiental.

Lo anterior involucra la necesidad de respetar y potenciar el legado de patrimonio cultural que existe en cada comunidad. Se trata de destacar sus elementos distintivos para poder significar su valor intrínseco; también, de encontrar la justa medida de respetar las formas tradicionales del patrimonio en articulación con las formas modernas de producción.

Tenemos un país festivo, donde se mezclan la tradición, el deporte, la gastronomía, la hotelería... ¿Cómo articularlos?

El Gobierno tiene la responsabilidad constitucional de salvaguardar los valores patrimoniales. Esto visto desde el lente de la economía naranja permite preservar los saberes y los oficios culturales, pero también potenciarlos en el marco de las prácticas económicas propias de las comunidades. No se trata de dividir lo ancestral y lo comercial, sino de ver como en cada caso se les puede poner a dialogar, para buscar un beneficio, sin que una cosa vaya en detrimento de la otra. Se trata de crear oportunidades sostenibles alrededor de estos saberes, es decir, buscar una forma efectiva de preservarlos para generaciones futuras.

Desde el Viceministerio se trabaja de la mano de las comunidades, con los sabedores, para salvaguardar los valores intrínsecos en el plano patrimonial (tangible o intangible) y a la vez lograr definir las cadenas de valor existentes en cada sector y en cada territorio.

A la vez, se está trabajando en un plan estratégico en asocio con el Viceministerio de Turismo para identificar esas vocaciones territoriales a través de los Nodos de Economía Naranja y de unos mapeos territoriales que permiten identificar, por ejemplo, esas prioridades en materia de turismo cultural.

¿Cuáles serán los proyectos de trabajo más importantes en su Viceministerio?

Hemos tenido un primer año enfocado en consolidar las bases de la economía naranja, esto significa crear institucionalidad y articulación, requeridas para que la cultura esté en el centro de la agenda pública.

En lo que nos enfocamos ahora es en tres objetivos: consolidar los programas y las reformas institucionales, consolidar el talento como uno de nuestros recursos más valiosos y convertir a la cultura en uno de los compromisos nacionales en la transición a una economía del conocimiento respetando y potenciando el legado de patrimonio material e inmaterial que existe en cada territorio.

Al final de este Gobierno, ¿qué espera que quede para el futuro en economía naranja?

Estamos convencidos de que en el mediano plazo Colombia se puede convertir en una potencia en lo que respecta a cultura y creatividad.

Para ello, estamos creando las bases para garantizar la supervivencia de nuestro patrimonio e identidad cultural, y al mismo tiempo, permitir que aquellos que estén interesados en potenciar su crecimiento lo puedan hacer. Esas bases están enfocadas en el fortalecimiento institucional y regulatorio, y de política pública y la articulación entre Gobierno Nacional, territorios y sector privado.

Nuestra meta es que realmente la economía naranja tenga todo lo necesario para seguir viviendo como una política de Estado, en la que la creatividad y la cultura estén en el centro de la agenda de desarrollo.


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