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Los Indígenas del Cauca que le metieron Ancestralidad a la Burocracia.

Julio 16 2021

Sentados en círculos bajo un techo de palmares y palos de madera, se sientan los mayores del Resguardo Indígena Páez de Corinto, Cauca, con los miembros de la comunidad. Comparten el ritual de la tulpa, la armonización, un proceso en el que consultan con la naturaleza las decisiones de las asambleas de presupuesto y rendición de cuentas.

Este proceso se hace en el Cabildo, la organización elegida que dirige y representa al resguardo. Hace parte de una de las dinámicas de transparencia que tiene esta comunidad. “Si nosotros como Nasas dejamos de cuidar nuestros recursos, perdemos nuestro horizonte. Perdemos la confianza como comunidad y nuestro futuro”, dice Calixto Dagua, el coordinador de la primera veeduría cívica legalmente constituida en ese resguardo de casi 15 mil indígenas.

La Constitución del 91 no solo reconoció a los pueblos indígenas como ciudadanos, sino que abrió las puertas para que, en el reconocimiento de su autonomía, ingresaran a la burocracia estatal. Al contar con una administración interna, el Estado les gira recursos a través del Sistema General de Participaciones, destinado por la Constitución para la transferencia de esos recursos. Esto implica que en los cabildos, como el del Resguardo Páez de Corinto, haya más de una centena de archivadoras con informes, contratos, folios y formatos, burocracia típica de una oficina estatal.

Desde hace cinco años, el Resguardo Indígena Páez de Corinto es uno de los ocho resguardos que recibe directamente los recursos de la Asignación Especial para Resguardos Indígenas del Departamento Nacional de Planeación. Este año recibió 1.612 millones de pesos para la gestión de 18 proyectos en salud, educación, deporte, economía propia, administración del gobierno propio, entre otros sectores.

Por recibir directamente recursos del Estado, tienen que cumplir con el Estatuto de Contratación y demás requisitos legales. Esto implica meter a grupos culturales diversos, con niveles de educación tradicional variables, en un entramado burocrático complejo. Estos procesos de transparencia, que frecuentemente se convierten en barreras para algunos indígenas, han sido navegados con éxito por el Resguardo Páez de Corinto. Y a pesar de algunas fallas en la ejecución de los recursos, no hay corrupción.


Burocracia étnica

Henry Osorio, un joven caleño contador público es, en palabras de otros miembros del Cabildo, “el blanco de afuera”. Osorio llegó a Corinto en 2018, después de ser criado en Cali, la ciudad grande más cercana a este municipio del norte del Cauca. Gracias a que su mamá lo reportó en el censo indígena, logró trabajar en el Cabildo. Desde entonces, es quien se encarga de reportar a la Contraloría en qué se gastan la plata en el resguardo.

Pero no es el único miembro del Cabildo que trabaja por la rendición de cuentas. Dentro de una casa de tres pisos, que en Corinto es como un edificio, están las oficinas que hacen de Alcaldía del resguardo. Hay tres que se dedican al manejo de los recursos y la transparencia. Está la secretaría de Planeación — la Ya'ja de Planeación en lengua nasa—, la Tesorería y la Contaduría. En total son siete funcionarios que gestionan los recursos del Cabildo. Además de informar a los entes de control, el Cabildo debe publicar en el Secop, una plataforma que alberga la contratación pública del país, toda la información de los contratos que se ejecutan. Desde 2016 han publicado 348 contratos.

En la única auditoría realizada por la Contraloría hasta el momento, se encontraron hallazgos subsanables. Por ejemplo, no se ejecutó favorablemente el presupuesto del año 2017. “Fueron hallazgos que no nos comprometieron ni fiscal ni penalmente, no se ha robado un solo peso”, dice Henry, argumentando que se corrigió con la implementación del presupuesto sobrante en la siguiente vigencia.

Y así lo ratifica la evaluación del DNP al Cabildo, en la que certifican al resguardo con un manejo aceptable de sus recursos, conforme a lo establecido en la ley. “Del DNP mandan a otros resguardos a que nos visiten en el Cabildo, y se llevan nuestra experiencia a sus pueblos. Hasta de la Sierra Nevada nos han visitado”, dice Marino Ovidio Fiscué, el Ya'ja de Planeación, un profesional en administración pública que gestiona el presupuesto del Cabildo. Este corinteño no tiene nada que envidiarle a un miembro de un gabinete municipal. Habla como político y se relaciona con toda la población, a pesar de que no sabe hablar nasa yuwe.

Su labor también es pedagógica, le enseña a la comunidad a usar el Secop, a que aprendan las dinámicas externas de transparencia, para que vigilen sus recursos. “Con video beam les proyecto aquí y les digo cómo se meten al Secop”, nos contó en la misma mesa rectangular de 10 sillas que está fuera de su oficina, y en la que se atiende siempre a los líderes veredales. Por ejemplo, así lo hizo con miembros de la comunidad El Guanábano, una vereda a diez minutos en carro desde el casco urbano de Corinto, en la que se busca lograr un hito dentro de la comunidad: por primera vez hacer una licitación pública para un acueducto.

Los comités veedores, la transparencia veredal:

En El Guanábano viven 36 familias en tan solo 10 casas. Esta vereda está ubicada en el piedemonte de la cordillera central, donde el olor dulce de los cañaduzales del Valle se disipa en la tarde por la brisa fría que baja de la montaña. Gracias al proyecto del acueducto, que venían debatiendo constantemente en las asambleas, desde marzo se creó el comité veedor.

Está integrado por su coordinador, Calixto Dagua, y cuatro mujeres de la comunidad. Este es el primer comité veedor legalmente constituido en el resguardo. Junto a Marino y una de las siete autoridades del Cabildo —Sa’t We’sx en nasa yuwe—, asistimos a una reunión del comité veedor. A Wilmer Fiscué, hermano de Marino y autoridad indígena, le dieron una mecedora de mimbre, y durante las dos horas de reunión no dejó de sobar su chonta, el bastón de mando. “Ellos son super cuchillas, van a cada rato al Cabildo a preguntar cómo vamos con los proyectos. Eso toca volar a atenderlos”, cuenta Marino.

Cxha Cxha Wala: el centro de la transparencia

El ejercicio más importante para la transparencia son las asambleas Cxha Cxha Wala, o ''Juntos por el bien'' en español. Son cuatro al año y además de veeduría a recursos, ahí se eligen las autoridades del Cabildo. A cada una de las cuatro asambleas asisten entre dos y tres mil miembros de la comunidad. Para asegurar que todas las veredas estén representadas, deben estar presentes al menos sus presidentes delegados, como Calixto Dagua en el caso del Guanábano.

Se trata de un ejercicio de tres días. El primer día se lo dedican a la presentación de los informes de gestión de cada una de las ocho ya'jas que hay en el Cabildo, además de las palabras de las siete autoridades. El segundo día se debaten los proyectos propuestos por las autoridades entre los miembros de la comunidad. Sin la presencia de las autoridades y los miembros del Cabildo, los comuneros junto a los presidentes veredales se encargan de revisar uno a uno los proyectos, y lo consultan con los mayores en la tulpa, la discusión sagrada de los proyectos con la naturaleza. “El tercer día es el de fiesta, si aprobaron lo que propusimos. O de garrote, si hicimos las cosas mal”, cuenta Marino Ovidio.

Pero el proceso de las Cxha Cxha Wala no termina ahí. Además de las reuniones entre las autoridades y miembros de la comunidad, los presidentes veredales piden las carpetas de los proyectos y los informes mensuales de gestión en las ya'jas del Cabildo. “Ellos llevan esa información que les presentamos a sus comunidades en fotocopias o incluso memorias usb”, agrega Marino. Se trata de un ejercicio rústico, que ante la falta de recursos digitales, es la única opción para transmitir la información a las veredas más apartadas.

En la cartelera oficial del Cabildo publican las copias de los proyectos y convocatorias en curso. Para la comunidad estas dinámicas hablan bien del Cabildo. “En el Cabildo son muy transparentes. Han sido equitativos con la distribución de la plata y hemos sido bien informados de ello”, cuenta Jaime Noscué, comunero de la vereda La Unión, a 20 minutos en moto del casco urbano de Corinto. Sin embargo, estas prácticas están amenazadas por dos problemas enormes: la pérdida de la identidad cultural y el conflicto.

La lengua se pierde y a los líderes los matan

Las asambleas Cxha Cxha Wala reflejan una crisis identitaria. Una parte importante de los asistentes son mayores que no entienden español, por lo que les toca traducir con intérprete los informes de gestión, ralentizando el proceso. Del otro lado, casi todos los adultos y jóvenes perdieron la lengua.

Según el último censo del Cabildo, tan solo el 5 por ciento de la población del resguardo sabe hablar nasa yuwe, incluyendo a la mayoría de los miembros del Cabildo. Un problema que, según Marino, se podría solventar con los proyectos que adelantan en educación temprana y con estrategias como una revista que publicarían también en nasa yuwe. Estos problemas de comunicación llevan a que la autoridad no sea visible sino sólo por los miembros de la comunidad que van a las asambleas, y los que visitan el Cabildo directamente.

“Como no hay tiempo de que las autoridades visiten las veredas, pues están en la fase de administración de recursos, puede que la gente no los conozca”, cuenta Betsy Mery Casamachí miembro de la comunidad de El Guanábano. Para ella, el Cabildo sufrió un cambio importante desde que empezaron a recibir los recursos del Estado directamente, pues las autoridades y las ya'jas están cada vez más pendientes de la gestión de estos recursos. Sin embargo asegura que el proceso es una transición, y que con el tiempo la comunicación será más asertiva.

Otro obstáculo para las dinámicas de transparencia del resguardo se lo atribuyen a las disidencias de las Farc que operan en el territorio. En la entrada del municipio hay un grafitti que dice “Farc-Ep presente”, así como en Miranda y Florida, dos municipios por los que se pasa antes de llegar a Corinto desde Cali. Tras la desmovilización de las Farc, en Corinto operan las disidencias de Dagoberto Ramos y la Jaime Martínez.

Tan solo el mes pasado, las disidencias de las Farc asesinaron a seis miembros de comunidades indígenas del norte del Cauca, entre ellos a Argenis Yatacué, una de las siete autoridades indígenas del Resguardo Páez de Corinto. Se cree que su muerte se debe a las denuncias que hizo frente al reclutamiento de menores en varias veredas del resguardo, una actividad recurrente y por la cual luchan todas las autoridades. Argenis ya estaba amenazada, así como los otros seis Sa’t We’sx de la comunidad. Por las amenazas, cada autoridad además de estar acompañado por su chonta, andan por el territorio con su esquema de protección de la UNP: un escolta y una camioneta. “La guerrilla nos acusa de que nos robamos la plata en el Cabildo, de que la manejamos mal”, asegura un miembro que por seguridad nos pidió no identificarlo. Con esta estrategia, las disidencias de las Farc que operan en el municipio y en las veredas altas del resguardo, tergiversan la información para que la población pierda la confianza en el resguardo e ingresen a las filas de la guerrilla.

Las mismas Cxha Cxha Wala, los comités veedores y las autoridades veredales se convierten en su arma para combatir estos obstáculos. Con estas estrategias se ganan la confianza de los jóvenes y tratan de llegar a la población más lejana del resguardo. La transparencia trasciende, dejando de ser un simple acto de veeduría, para convertirse en una reafirmación de su cultura.


Fuentes: La Silla Vacía

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