1 de noviembre 1988
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Para comprar casa, carro, estudiar o emprender, es común que los colombianos acudan a un banco en busca de un crédito. Hasta agosto de este año, según la Superintendencia Financiera, estas entidades han prestado 488,5 billones de pesos.
Sin embargo, la población indígena del país no está incluida en el listado de personas que han accedido a este servicio. Las barreras que han encontrado para llegar a esta herramienta han sido infranqueables hasta el momento. Una de ellas tiene que ver con la tradición ancestral que los hace a todos dueños de la tierra en la que habitan y, para los bancos, la propiedad colectiva no sirve como garantía.
A eso se suma que en la mayoría de los casos los pueblos indígenas están asentados en zonas de conflicto, lo que espanta a las entidades bancarias y, con esas, también a alguna clase de apalancamiento económico para proyectos. Ante eso, cabildos de Tacueyó, San Francisco y Toribio, en el norte del Cauca, región cuna de decenas de comunidades indígenas, buscaron una solución ante la negativa de los bancos de prestarles dinero desde hace más de dos décadas.
Buscando soluciones, los líderes de esos cabildos -entre los años 2000 al 2004- vieron que los dineros que recibían del sistema General de Participaciones (SGP) se los estaban gastando sin una estrategia, por lo que decidieron con estos recursos crear su propio banco bajo la figura de fondos rotatorios.
“No queriamos coger esa plata, gastarla y esperar que el otro año nos giraran más, lo que hemos querido es generar un autofinanciamiento para que la gente use el recurso le saque provecho y se reintegre el dinero para poderle prestar a otro comunero”, dijo Jaime Díaz Noscue, representante de la Asociación de Cabildos del Norte del Cauca.
Entre tanto, para los 824 resguardos indígenas legalmente constituidos en el país, el Departamento Nacional de Planeación (DNP) giró este año $197.200 millones de pesos. Dice Díaz Noscue que si se dividen los recursos que reciben de la Nación entre los habitantes de estos cabildos daría en promedio 100.000 pesos por persona, por lo que resalta la importancia de esta iniciativa que busca beneficiar a toda la comunidad.
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Tecnificación de un banco propio
Cuando nació esta idea se incluyó además un sistema en el que los comuneros -como se autodenominan- contaran con un sistema de ahorro y así poder tener más recursos para solidificar esta iniciativa.
Pero como en todo proceso que nace se viven etapas de aprendizaje, de ensayo y error y esto lo recuerda Marleny Guteche, coordinadora del equipo económico ambiental del resguardo indígena Tacueyó. “Antes nos era muy difícil hacer análisis financieros, mirar qué cartera teníamos vencida”, dijo Guteche.
Además esta líder cuenta que a pesar que tenían un buen funcionamiento todos los procesos los hacían de manera manual a través de libretas y en el mejor de los casos en el programa excel, lo que hacía dispendioso el seguimiento que debían hacer tanto a los créditos como a los ahorros.
Iván Pazú del cabildo de San Francisco quien trabaja en el fondo rotatorio recuerda que de manera manual liquidaban los intereses de los créditos, “una tarea demorada” dice Pazú.
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