27 de Enero de 2020 Alex Beard es un profesor londinense que visitó 20 países buscando prácticas pedagógicas exitosas. Lo que encontró en Finlandia, Corea del Sur y Silicon Valley le confirmó que no existe un método perfecto.
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Alex Beard les pide una disculpa a quienes fueron sus estudiantes en aquella secundaria de Inglaterra donde enseñó inglés por tres años. Les pide perdón desde un auditorio en Jericó, en el suroccidente de Antioquia, donde estuvo invitado como expositor del Hay Festival 2020 que se desarrolló este fin de semana. Dice que lamenta haberles enseñado desde el pasado, con prácticas basadas en Sócrates, mientras ellos vivían en el futuro con sus smartphones y juegos en línea. Por eso abandonó las aulas y se fue a recorrer el mundo en busca de pistas para transformar la educación. Así nació su último libro, Otras formas de aprender.
El Espectador conversó con el docente, quien después de visitar 20 países se concentró en experiencias de Finlandia, Corea del Sur y Silicon Valley. Su viaje le dejó una certeza: no existe un modelo perfecto, pero sí unos aspectos en común entre las prácticas pedagógicas exitosas. Un alto estatus para los maestros, la educación como propósito común de la sociedad y tener en cuenta lo que quieren los niños parecen ser la receta para mejorar la manera de educar.
¿Cómo nació la idea de recorrer el mundo visitando experiencias pedagógicas exitosas?
Cuando mis colegas hablaban de educación, hablaban solamente de colegios públicos y privados y de los exámenes, pero no hablaban sobre qué deberíamos aprender durante la infancia para tener éxito en la vida ni sobre cómo funcionan nuestras mentes o qué significa ser una buena institución educativa. Yo había leído y escuchado sobre experiencias fructuosas tanto en Finlandia, Corea del Sur, Shanghái y Singapur como en las escuelas de High Tech High (HTH) en California o en Silicon Valley. Por eso viajé hasta esos lugares, contando otros más, para saber qué estaban haciendo mientras el mundo está cambiando. Ahora tenemos problemas como el cambio climático y dudo que podamos enfrentarnos a ello enseñando al estilo de Sócrates, de hace 2.500 años.
Una de las razones de su viaje fue la presión que sentía por los exámenes. ¿Qué piensa ahora de las pruebas estandarizadas a nivel internacional?
En casi todos los colegio ingleses los profesores están preparando a los niños para las pruebas. No les están enseñando cómo ser ciudadanos o cómo disfrutar la vida o ser creativos. En Corea del Sur me encontré con que el día de los exámenes, los policías motorizados llevan hasta la escuela a los alumnos que vayan tarde. Esa presión les roba salud a los estudiantes y ya sabemos que lo que medimos es lo que enseñamos. A mí parecer son preferibles unas pruebas diseñadas por los profesores o las escuelas como herramienta de formación.
¿Hay un modelo educativo ideal?
No creo que haya una educación perfecta. Una de las causas de que a Finlandia y Singapur les vaya tan bien en las Pruebas Pisa no son los colegios, son los valores y las actitudes en la sociedad. En Finlandia todos aman la educación, hay una responsabilidad compartida de todos. Ese es uno de los puntos en común entre países con prácticas pedagógicas exitosas. Otro punto es el estatus alto de los profesores, quienes utilizan la ciencia del aprendizaje, saben cómo funcionan las mentes y utilizan herramientas de manera inteligente. Lo más importante que debemos ver es el contexto, la cultura, saber qué es el éxito para nuestros niños, y luego ver ejemplos que puedan servir. Es un proceso de descubrimiento, de aprender.
Saber para los niños qué es el éxito implica preguntárselos. ¿Cómo legitimar la voz de los más pequeños cuando nuestras sociedades ponen en duda sus ideas?
Es una conversación entre todos. Los niños saben cosas importantes. Por ejemplo, en Hong Kong conocí a Joshua Wong. Cuando él estaba haciendo su bachillerato, el gobierno propuso cambiar el currículo de los colegios para incluir propaganda china. Para entonces tenía 14 años y lo que hizo fue organizar una protesta con 200.000 estudiantes junto a los padres. Lograron frenar esa política y terminaron constituyendo el movimiento democrático de ese país. Ya lo ves, ellos tienen una pasión y soluciones que no tenemos.
En Colombia, los maestros no gozan de alto prestigio. ¿Cómo dignificar esta profesión?
Es posible pensar que ser profesor es el empleo del futuro, el más importante para desarrollar una nación. Eso hicieron Singapur y Finlandia a través de políticas, pero se necesitan generaciones para ello. Hoy la educación es un grupo de personas yendo todos los días a edificios para hablar entre ellos, por eso tenemos que pensar adecuadamente qué es ser un profesor y luego elevar los requisitos para desarrollar esta profesión. No reemplazaremos a los profesores actuales, solo hay que amarlos y capacitarlos mejor.
Usted hace un llamado de atención a los padres para que se involucren más en la educación, pero eso implica ciertas condiciones socioeconómicas...
Los problemas que vemos en la educación, a menudo, no tienen sus raíces en los colegios. La culpa de no involucrarse tanto no recae totalmente sobre los padres. En Inglaterra hubo una organización que trabajaba para esto y sus conclusiones apuntaban a que la solución era pagar un sueldo mínimo más alto para que los padres puedan trabajar menos y tengan más tiempo para sus hijos.
Una medida de este tipo no parece factible en un lugar como Colombia. ¿Qué podríamos hacer mientras se den estos cambios?
Hay tres cosas importantes que pueden hacer los padres con sus hijos. Primero, cuidarlos, darles un entorno donde los rodeen el amor y el cuidado. Segundo, jugar con ellos para que puedan encontrar cosas que los apasionan y, finalmente, hablar. Hay muchas investigaciones que muestran una correlación entre cuántas palabras se aprenden entre los cero y tres años y el bienestar de esa personas a lo largo de la vida. Los académicos de los Estados Unidos hablan de una brecha de 30 millones de palabras entre los ciudadanos más ricos y los más pobres.
¿Cuál es la mejor manera de utilizar la inteligencia artificial dentro de la educación?
Hay pros y contras sobre la tecnología aplicada a la educación. Un proceso interesante es que la inteligencia artificial es útil en el área de evaluación. Existen plataformas que graban y perciben las características de los estudiantes para después ver la tendencia de cómo aprenden y qué conocimientos deberían venir después. Esto liberaría de tiempo a los profes con el fin de que lo inviertan en capacitarse o en trabajar más en contacto con los niños. Sin embargo, hay peligros como el aprendizaje adaptativo, porque se puede imaginar un futuro en el que ciertos niños aprenden solo frente a portátiles porque es más barato que tener un humano en el aula. Se puede ver un futuro en el que crece la desigualdad y aquellos con recursos cuentan con una educación especializada, con profesores, y los que no, una educación basada en computadores.
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