Barí: el pueblo que sobrevivió a la guerra y hoy recupera su territorio en el Catatumbo
- boletin028
- 23 may
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Durante décadas resistieron la guerra, el petróleo, la coca y el olvido. Ahora, una sentencia judicial les ofrece una tregua histórica: su territorio será protegido y su voz tendrá que ser escuchada.
Alguna vez, los pasajeros de avionetas que sobrevolaban el Catatumbo aseguraban que unas sombras rápidas emergían de la selva lanzando flechas hacia el cielo. Eran los Barí, también conocidos como motilones, uno de los pueblos indígenas más antiguos de Colombia, defensores de un territorio que habitan desde mucho antes de que alguien lo bautizara como Catatumbo.

Hoy son más de 3.000 personas distribuidas en 462 familias. Viven —o sobreviven— en la frontera entre Colombia y Venezuela, entre los municipios de El Carmen, Convención, Teorama y la Sierra de Perijá. Otros han tenido que dejar la montaña y ahora malviven en las periferias de ciudades como Cúcuta y Tibú, alejados de sus ríos, sus dioses y su lengua: el Barí Ara.
Durante el siglo XX, mientras el país celebraba la modernidad, a los Barí les cayó encima la mal llamada “civilización”: compañías petroleras como Colpet y Gula se apropiaron de 186.805 hectáreas de su selva. Luego vinieron la construcción del oleoducto Caño Limón–Coveñas, los desplazamientos masivos, las guerrillas, los paramilitares, los cultivos ilícitos y la miseria. En 1983, solo les quedaba el 10% de su territorio ancestral.
“Nos quitaron la tierra, el agua, los animales. Pero nunca han podido quitarnos el corazón del monte”, dice un líder Barí desde una comunidad en la Sierra de Perijá, que pide no ser nombrado por seguridad.
La guerra ha sido constante. Desde la década de 1960, los Barí han sido testigos de una guerra que no es suya pero que los atraviesa: primero las incursiones guerrilleras, luego la violencia paramilitar, y más recientemente, la disputa de grupos armados por el control del narcotráfico. Aun así, el pueblo ha resistido, a veces con lanzas, otras con demandas judiciales.
Esa persistencia ha comenzado a dar frutos. El pasado 14 de marzo, la Dirección de Asuntos Étnicos de la Unidad de Restitución de Tierras solicitó medidas cautelares a favor del Resguardo Motilón-Barí. Y el 14 de mayo, el Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Cúcuta emitió un fallo que representa una victoria sin precedentes para los motilones.

La decisión protege 178.543 hectáreas —entre ellas varias que el pueblo busca para ampliar su resguardo— y reconoce su derecho a ser incluidos en los espacios donde se decida el futuro de su territorio. La sentencia, además, obliga al Estado a garantizar su participación activa en las mesas donde se discuten acuerdos de paz, planes de ordenamiento y usos del suelo.
“Esta es una decisión que repara no solo un daño histórico, sino también simbólico: reconoce que los Barí son parte fundamental del equilibrio del Catatumbo”, explica Camila Herrera, abogada de la Unidad de Restitución de Tierras que acompañó el caso.
El fallo admite que el territorio indígena no puede medirse solo con polígonos o mapas: que hay montañas que no caben en una escritura y ríos que no obedecen a las líneas rectas del catastro. Por eso, incluye salvaguardas para preservar su cosmovisión, su cultura y su lengua, además de abrir la puerta a futuras ampliaciones del resguardo.
“No se trata solo de tierra. Se trata de memoria, de espiritualidad, de vida”, afirma un joven profesor Barí en la comunidad de Bokshí, quien enseña la lengua ancestral a los niños del resguardo.
Hoy, cuando las avionetas cruzan el cielo del Catatumbo, ya no hay flechas lanzadas. Pero abajo, entre la espesa selva, hay un pueblo que todavía resiste, que guarda los saberes antiguos, que vuelve a reconocerse dueño de lo suyo. Por un instante, el ciclo sagrado del pueblo Barí —el círculo que todo lo abarca— parece cerrarse.
Fuente: Las 2 orillas https://www.las2orillas.co/ellos-son-los-motilones-los-3-mil-indigenas-que-el-gobierno-petro-protegera-en-el-catatumbo/
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